La mayor parte de los montes, dehesas y baldíos de la época, caían a la banda de Lebrija, tierra de pastos y dehesas que llegaba al mismo Guadalquivir, de muchos ganados mayores y menores de toda suerte. No era Utrera tierra seca, el Guadalquivir, el Guadaira y El Salado regaban por los términos y por el medio. Había fuentes en la villa y muchos pozos de dulcísima agua, de los cuales había por la campiña y heredades infinitos.
Habla también Rodrigo Caro de las Salinas de Utrera y su excelente sal, una en Ruchena, otra el la Marisma, y la otra en Valcargado, procedente de un pozo valiente capaz de producir anualmente entre ocho o nueve fanegas y llegar incluso a veinte, dependiendo del manejo de sus aguas y presas. Toda la sal es blanca y espejada de mucha virtud que se gastaba en Utrera y en una docena de lugares que carecían de ella, en los cuales entran Carmona y Morón. Cuatrocientos años después, el pozo y las presas de Valcargado continúan dando salmueras y cuajando sal, manteniendo viva la imagen que nos describe Rodrigo Caro de la mina e industria con más salero de Utrera.
Más información
Memorial de la Villa de Utrera.
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